La terapia es un camino de crecimiento

La terapia es un camino de crecimiento.

La primera etapa es la de la partida del viaje: el paciente decide acudir en demanda de ayuda para superar una crisis o enfermedad de algún tipo.

En terapia se cruza un umbral que consiste en una decisión voluntaria y consciente de querer mirar hacia dentro y entregarse a la búsqueda de otra manera de ser. A lo largo del camino el paciente descubre introyectos, recoge proyecciones e integra polaridades.

Al final del camino le espera el redescubrimiento de sí mismo pues las fuerzas buscadas y ganadas han estado siempre dentro de su corazón.

viernes, 7 de septiembre de 2012

      Marion Woodman nos dice en " EL ALMA INFANTIL" que la psique tiene una inclinación natural a la plenitud y es por ello que el Yo intenta propulsar su parte ignorada hacia el exterior para que la parte consciente pueda reconocer esa oparte inconsciente e integrarla. Cuando la terapia comienza el paciente se encara con una pregunta ¿quién soy yo? En cuanto empiezan a aflorar las emociones se da cuenta de la separación que existe entre su mente y su cuerpo.
 
     Cuando nuestro cuerpo emite señales que identificamos como ansiedad lo que estamos recibiendo es un aviso de que algo no va bien; lo experimentamos en el cuerpo y, en lugar de escucharlo tratamos de acallarlo por todos los medios posibles,  llenándolo de comida o intoxicándolo con tabaco; nos llenamos de actividades o de trabajo para olvidarnos, o lo anestesiamos con drogas o alcohol. Abusamos de él hasta el agotamiento o lo silenciamos con píldoras. Mucha gente puede escuchar a su gato más inteligentemente que a su propio cuerpo despreciado. El gato corresponde con amor a sus cuidados, mientras que el cuerpo se verá obligado a lanzar gritos estremecedores para hacerse oír.
 
      Antes de que los síntomas se manifiesten, las llamadas de ayuda aparecen en los sueños: un elefante recién nacido y abandonado, un gatito medio muerto de hambre, un perro al que se le ha roto una pata. Es el llanto del alma que no encuentra otra forma de hacerse oír, es nuestro niño interior.
 
     Con el transcurso de la vida quizá hemos abandonado a nuestro niño para complacer a los demás, padres, maestros, jefes, amigos. Muchos hombres y mujeres viven atrapados en su muda desesperación hasta que optan por ayudar a su niño interior.
 
     El ego infantil es proceso de formación escoge frecuentemente identificarse con un Yo falso a fin de obtener atención. Ahí se asientan las raíces de nuestros transtornos, en el miedo del niño a que no se le ame por lo que es. El verdadero Yo, o niño interior, se rechaza como algo inferior y desagradable y, para protegerse de esa sensación, edificamos una fachada de grandiosidad. El niño interior, pequeñito, inseguro, frágil, meticulosamente oculto, queda fuera del alcance del adulto. Es precisamente el reencuentro con este niño que habita en nosotros lo que nos permitirá sanar y crecer porque en ese niño están todas las posibilidades la fuerza, la curiosidad, el asombro ante el mundo, la creatividad. Nuestra capacidad de desarrollo nunca fue mayor que cuando éramos niños...y ese niño sigue oculto en nuestro interior esperando a ser descubierto y valorado.

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