La terapia es un camino de crecimiento

La terapia es un camino de crecimiento.

La primera etapa es la de la partida del viaje: el paciente decide acudir en demanda de ayuda para superar una crisis o enfermedad de algún tipo.

En terapia se cruza un umbral que consiste en una decisión voluntaria y consciente de querer mirar hacia dentro y entregarse a la búsqueda de otra manera de ser. A lo largo del camino el paciente descubre introyectos, recoge proyecciones e integra polaridades.

Al final del camino le espera el redescubrimiento de sí mismo pues las fuerzas buscadas y ganadas han estado siempre dentro de su corazón.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Neurosis obsesiva en el mundo animal: la pata Martina

 
 
 
 
    
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Las ritualizaciones propias de la neurosis obsesiva están presentes en los animales.  El gran etólogo Lorenz tenía un pato gris, Martina, que le seguía a todas partes. Se había acostumbrado a acompañar a su amo al dormitorio, venciendo los obstáculos que significaban los diversos escalones que para ello tenía que franquear. Estos patos son muy asustadizos, sobre todo cuando se intenta cogerlos con las manos. Antes de subir la escalera, Martina se encontró de pronto, al pasar la puerta de entrada, con una gran ventana que le produjo un sobresalto. Atraída por la claridad, se dirigió hacia ella directamente en lugar de seguir a su amo, permaneció allí unos momentos, y sólo una vez que se hubo tranquilizado volvió junto a los pies de Lorenz y le siguió sumisa al piso superior. Este ritual volvió a repetirse en días sucesivos pero con una pequeña diferencia: Martina ya no necesitaba ir directamente a la ventana, sino iniciar el camino hacia ella y, después torcer en ángulo recto al lugar donde le esperaba su amo. Así quedó establecida la cómica costumbre de, una vez franqueada la puerta, hacer su recorrido en ángulo, iniciando la marcha hacia la ventana, pero sin llegar hasta ella.
 
 
 
Un día Lorenz, atareado, se olvidó de Martina, y era ya  noche cerrada cuando recordó que tenía que llevarla al dormitorio. Fue a buscarla y, en efecto, asustada, le siguió directamente a la escalera sin hacer el acostumbrado recorrido en ángulo recto. El miedo le hacía escoger ahora el camino más corto, pero, apenas había comenzado a subir los escalones, pareció acordarse de algo. Alargó el cuello y levantó las alas como para iniciar el vuelo, ambos signos en los patos de gran terror. Al mismo tiempo lanzó un graznido de alarma, y en poco estuvo que iniciara el vuelo. Se contuvo, dio media vuelta, descendió apresuradamente los cinco escalones que había subido ya, y como alguien que tiene que cumplir un deber que ha omitido, hizo el recorrido hasta la ventana y volvió de nuevo a subir. Una vez llegada al quinto escalón se detuvo, sacudió las alas e hizo el saludo típico de los patos cuando se han tranquilizado después de haber pasado un gran susto.
 
La excelente Martina había calmado su angustia exactamente igual que un enfermo obsesivo que ha olvidado un día descubrirse al pasar delante de una iglesia, y que, angustiado por no haberlo hecho, vuelve sobre sus pasos para hacer la maniobra ritual, sin la cual no hubiera podido seguir adelante.
 
El camino para Martina era una protección, dice Rof Carballo, que es el que relata este episodio de la vida de Lorenz en su libro "Violencia y ternura". No es lo habitual en los patos tener que subir escaleras detrás de un etólogo para ir a dormir. El mundo habitual del animal es así violentado y por ello toda costumbre adquirida en medio de la ansiedad que lo inusitado produce, tiene un efecto tranquilizador. Martina queda improntada al camino en ángulo recto, como una ampliación de su máximo tranquilizador, el propio Lorenz.
 
El hábito se convierte así en una ampliación del mundo maternal, protector. De todos es sabido la forma en que los niños se aferran a sus hábitos, y el propio Lorenz nos recuerda que los niños no toleran, cuando se les repite por enésima vez el cuento de Caperucita, que se haga la más mínima modificación al relato. Aunque sería fácil demostrar que el niño soporta tanto mejor estas variaciones y hasta llega a complacerse en ellas cuanto más protegido se siente por los mayores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario